En el himnario adventista en español este himno es titulado “El Rey Que Viene” (N° 172).
La promesa del pronto retorno de Cristo ha sido siempre la esperanza de los cristianos desde que él vino por primera vez. Este himno y su melodía fueron escritos por Frank E. Belden, el hijo de Sarah, la hermana mayor de Elena de White. Las palabras están basadas en Mateo 24: 33, 34: “Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”. Otros textos referidos en el himno son: Mateo 24:3: “¿Cuándo serán estas cosas, qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”; Mateo 24:6,7: “Y oiréis de guerras y rumores de guerras... porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino”; y 1 Corintios 15:54: “Y esto mortal se haya vestido de inmortalidad”.
El himno “El Rey que Viene Está a la Puerta” fue escrito en 1886 e incluido en Hymns and Tunes, publicado ese año. Frank Belden y Edwin Barnes fueron los editores musicales del himno. Más tarde fue reimpreso tanto en el popular Christ in Song de Belden como en elChurch Hymnal de 1941. Creer en la segunda venida de Cristo fue considerado tan importante que los pioneros incluyeron esto como parte del nombre denominacional, “Adventista del Séptimo Día”, cuando fue escogido en 1860. Aunque el movimiento adventista millerita, a partir del cual nuestra iglesia emergió, había fijado una fecha específica para el retorno de Cristo, los adventistas del séptimo día nunca lo han hecho. Más bien, nosotros hemos sentido constantemente que está cerca, “incluso a las puertas”. En el pasado más que en el presente, expresiones tales como “Si el tiempo durara...”, “Si todavía estamos aquí...”, “Si Jesús no ha retornado para entonces....” eran comúnmente oídas conforme los adventistas hacían planes futuros - ya sea planes personales o planes para algún proyecto de iglesia. En muchas sesiones de la Asociación General, los delegados han expresado su ferviente esperanza de que esa fuese la última sesión en la tierra, y que la siguiente sesión sería en el cielo. Creer en el retorno cercano de Cristo ha tenido y debería continuar teniendo un lugar predominante en el pensamiento adventista. Cerca de 1861 William C. White, tercer hijo de Jaime y Elena White, escuchó un sermón sobre la segunda venida de Cristo. Él tenía siete años de edad por entonces. En 1919 él hacía memoria de su reacción a ese sermón: “En el servicio del sábado por la mañana... el predicador había dicho: ‘Sólo unos pocos años más nosotros tenemos que trabajar y esperar, luego nuestro Señor vendrá y finalizará nuestro lucha con el pecado y establecerá la justicia perdurable’. “Dirigiéndonos a casa después del servicio, yo dije a mis compañeros, ‘¿Cuánto son unos pocos años?’ Edson no sabía, pero John Foy dijo: ‘Seis o siete’. Entonces yo calculé, ‘siete y siete son catorce, podría ser que tenga catorce años cuando Cristo venga.’” (Review and Herald, 31 de Julio de 1919). W.C. White vivió no sólo siete, sino setenta y seis años más esperando el retorno de Jesús. Murió en 1937. Más décadas han pasado, y aún Cristo no ha venido. Sin embargo, como cristianos somos amonestados a recordar que el tiempo está cerca, y que debemos velar de modo que su retorno no nos encuentre desprevenidos, como ladrón que viene de noche.
El retorno de Cristo le fue constantemente presentado a Elena de White en visión como que estaba cercano, del mismo modo como fue presentando anteriormente a los escritores del Nuevo Testamento.
En el primer libro de la Sra. White, A Sketch of the Christian Experience and Views of Ellen G. White, publicado en 1851, ella escribió: “Algunos están viendo demasiado lejos la venida del Señor. El tiempo ha durado unos pocos años; por lo tanto ellos piensan que pueden continuar por unos pocos años más, y de esta manera sus mentes han sido desviadas de la verdad presente, hacia el mundo... yo ví que el tiempo de Jesús para estar en el Lugar Santísimo estaba casi terminado, y que el tiempo no puede durar sino sólo un poco más. Y todo tiempo de ocio que tengamos deberíamos ocuparlo en escudriñar la Biblia, la cual nos ha de juzgar en el día final. “Ahora es el tiempo, en tanto que los cuatro ángeles están reteniendo los cuatro vientos, para asegurar nuestro llamado y elección”. (pp. 46,47; citado en Early Writings [Primeros Escritos], p. 58) En fecha tan temprana como en 1883, Elena de White escribió: “Si después del gran chasco de 1844 los adventistas se hubiesen mantenido firmes en su fe, y hubieran proseguido unidos en la providencia de Dios que abría el camino, recibiendo el mensaje del tercer ángel y proclamándolo al mundo con el poder del Espíritu Santo, habrían visto la salvación de Dios y el Señor hubiera obrado poderosamente acompañando sus esfuerzos, se habría completado la obra y Cristo habría venido antes de esto para recibir a sus pueblo y darle su recompensa”. (Selected Messages, volumen I, p.68 [Mensajes Selectos, volumen I, p.77]). Aunque Cristo podría haber venido pronto, pero no lo ha hecho, Elena de White también escribió alentadoramente: “La venida del Señor está más cercana que cuando creímos por primera vez. El gran conflicto se está aproximando a su final. Las noticias de cada calamidad que ocurre en el mar o en la tierra son testimonios del hecho de que el fin de todas las cosas está cercano. Las guerras y los rumores de guerra así lo indican. ¿Hay algún cristiano cuyo pulso no se acelere al anticipar los grandes acontecimientos que se están desarrollando ante nuestros ojos? (Evangelism, p. 219 [El Evangelismo, p.163]).
La promesa es segura. No puede fallar, porque Cristo mismo dijo: “Vendré otra vez” (Juan 14:3). Así hoy, los adventistas se unen con el apóstol Juan quien oró: “Sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20).
* Tomado de James R. Nix, Early Advent Singing (Hagerstown, MD: Review and Herald Publishing Association, 2000), 196-198.
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jueves, 11 de octubre de 2012
Historia de "El rey que viene cerca esta"
Historia de "Castillo Fuerte"
Martín Lutero, el líder de la Reforma Evangélica o Protestante, escribió la letra y la música del famoso himno “Castillo Fuerte es Nuestro Dios”, que se constituyó en el Himno Lema de la Reforma.
Lutero era músico desde la cuna. Como niño tenía una voz esplendorosa para cantar. Su entretenimiento favorito era tomar su laúd (instrumento de cuerda) todos los días después de haber comido y apartarse por media hora para tocar y cantar.”
Mientras él estaba estudiando en una escuela del Monasterio Franciscano siendo muy joven, muchas veces usó su magnífica voz para cantar frente a las ventanas de los ricos de aquella época con el fin de obtener limosnas y poder dárselas a los pobres. Lutero exclamaba: “A quien no le guste la música, nunca podrá ser mi amigo.”
El dijo que la música era un “don (regalo de Dios) y una gracia de Dios y esto podía hacer huir a Satanás y hacer que el hombre olvidara todo enojo”. Su deseo era componer himnos para que el mensaje de Dios fuese propagado por medio del canto. El deseaba que todos sus compatriotas tuviesen himnos y leyesen la Biblia en su propia lengua. Al leer la Biblia oirían la voz de Dios y al cantar himnos, ellos hablarían con Dios.
Antes de Martín Lutero, la música era usada solamente por los sacerdotes de las iglesias o coros selectos en latín. Pero el gran Reformador introdujo al mundo la himnología congregacional. El primer himnario evangélico o protestante fue publicado en Wittenberg, Alemania, en 1524. Este libro tenía tan sólo 8 himnos, 4 de ellos escritos por Martín Lutero.
En poco tiempo la demanda de este libro fue grande. La gente aprendió y cantó los himnos con mucho entusiasmo y Alemania llegó a ser un “mar de cantos”. En esta forma, Martín Lutero vino a ser aceptado y reconocido como el padre de la himnología congregacional.
Es rara la vez que se encuentra un individuo como Lutero que escriba la música y la letra de sus himnos inspirados. De sus 37 himnos, el más conocido es “Castillo Fuerte es Nuestro Dios”. Tiene un mensaje que posee virtud, gracia y eficacia, toda la Iglesia Evangélica o Protestante lo ha cantado desde esa fecha hasta hoy día.
Mientras Lutero vivía, sus enemigos decían que toda Alemania estaba aceptando y aprendiendo sus doctrinas por medio de sus himnos. Acusaban a los himnos de ser los que “destruían más almas que aun los libros o sermones escritos por él”.
Se cree que fue durante el cautiverio en el castillo de Wartburgo que Lutero se inspiro y escribió este hermoso himno. Sus amigos lo llevaron y le escondieron en la fortaleza de Wartburgo para protegerlo de sus enemigos.
Lutero, seguía con la traducción de Los Salmos y compuso un tomo de sermones y una multitud de otros escritos. Por casi un año exhortaba, enseñaba, reprendía y tronaba desde un escondite en las montañas. Posiblemente encontró en aquel castillo un lugar de seguridad y ayuda, lo que le inspiró a escribir y a reflexionar en la seguridad y ayuda que Dios era para él.
Este himno entrega un mensaje de seguridad en tiempos de prueba por parte del enemigo de nuestra almas y es de gran aliento para aquellos trances difíciles de la vida.
Martín Lutero se inspiró en el salmo 46 para escribir el himno clásico de la Reforma Evangélica o Protestante “Castillo Fuerte es Nuestro Dios”.
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Historia de "Sublime Gracia"
Podríamos recibir ánimos al considerar la gracia de Dios concedida a la vida de otro hombre notable. Su nombre es John Newton (1725-1807). La vida de usted no podría haber sido peor de lo que fuera la vida de John Newton. Era un cruel traficante de esclavos que más tarde habría de describirse a sí mismo como un “infeliz” hombre, perdido en absoluta ceguera espiritual. Pero un día, la gracia de Dios se aprovechó de una furiosa tempestad para hacer que el corazón de este comerciante de esclavos sintiera miedo. Según su propio testimonio, aquella tormenta, junto con la lectura del libro La imitación de Cristo de Thomas de Kempis, lo condujo a una conversión genuina y produjo un cambio dramático en su corazón y en su manera de vivir.
John Newton nunca dejó de maravillarse de la gracia de Dios que lo había transformado en forma total. Para expresar esta experiencia escribió el famoso himno “Sublime gracia”:
Se dice que poco ante de su muerte ocurrida a los 82 años, durante un mensaje que estaba predicando, Jonh Newton proclamó en forma categórica:
“Mi memoria está a punto de agotarse, pero hay dos evidencias que recuerdo muy bien: ¡Que soy un gran pecador, y que Cristo es un gran Salvador!”
Musica Barroca
El término barroco se tomó de la arquitectura (donde designaba algo «retorcido», una construcción «pesada, elaborada, envuelta», siendo el significado original del término un lusismo que describía una perla deformada o joya falsa). En el siglo XVIII se usó en sentido peyorativo para describir las características del género musical del siglo anterior, que se consideraba «tosco, extraño, áspero y anticuado».
Las corrientes humanistas buscaban una puesta al día del antiguo teatro griego, en particular el grupo conocido como Camerata Florentina, basándose al mismo tiempo en formas musicales recientes, como el drama litúrgico, el drama pastoral, las comedias madrigalescas con figuras de la commedia dell'arte y los intermezzi teatrales. Les interesaba sobre todo la antigua monodia helénica con acompañamiento de khitara. Vincenzo Galilei, padre de Galileo el astrónomo, escribió en 1581 un tratado contra el género musical polifónico neerlandés bajo el título Dialogo della Música Antica e della Moderna. Los géneros musicales recitativo, espressivo y representativo llevan a nuevas libertades en los medios sonoros empleados en las composiciones (disonancias y modulaciones).
Entre las primeras óperas conservadas se cuentan Dafne de Jacopo Peri, cuyo tema fue tomado de Las metamorfosis de Ovidio, Eurídice, también de Jacopo Peri y Orfeo deClaudio Monteverdi.
La evolución posterior y su fusión con otras formas músico-teatrales acabó convirtiendo a la ópera barroca en una representación teatral íntegramente musicada en la que se suceden números de cuatro tipos:
- Recitativos, en los que los cantantes hacen avanzar los diálogos de la obra dramática en un canto silábico apenas acompañado por el bajo continuo.
- Arias, verdadero núcleo musical de la ópera. Son números solísticos líricos y muy elaborados, a menudo virtuosos, al servicio del lucimiento del cantante y del puro deleite musical (aun a costa del decurso teatral, aquí suspendido). Hacia el final del periodo se impuso la forma A-B-A, llamada aria da capo.
- Números instrumentales ejecutados por la orquesta desde el foso, como la sinfonía inicial y, sobre todo, las danzas bailadas en escena.
- Coros, generalmente a cuatro voces.
jueves, 20 de septiembre de 2012
El término música clásica aparece por primera vez en el Oxford English Dictionary en 1836 y señala las composiciones europeas más destacadas del siglo anterior.1 Es el nombre habitual de la música culta, académica, docta y otros. En la historia de la música y la musicología, es la música del clasicismo o período clásico (1750-1820)2 ; pero en sentido popular y de mucha aceptación en medio escrito, así lo recoge la RAE, es la música de tradición culta; sus primeras luces en Europa se sitúan aproximadamente en 1450. Existe una expresión que abarca casi todos los períodos para definir su época de mayor esplendor: período de la práctica común.
Hacia 1950 la composición culta (cierta complejidad en notación e instrumentación) comienza a situarse mayormente fuera de la tradición anterior, mediante la composición radicalmente atonal y disonante y otras tendencias opuestas.
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